dijous, 27 de març del 2008

UN TRANSEXUAL VARON SUFRE EL RECHAZO SOCIAL POR SU EMBARAZO DE CINCO MESES

Un transexual varón sufre el rechazo social por su embarazo de cinco meses

Los Ángeles (EEUU), 26 mar (EFE).


- Thomas Beatie, un transexual varón casado, dará a luz a una niña el próximo verano después de varios intentos por quedar embarazado y tras sufrir el rechazo de la sociedad y su familia, informó la revista The Advocate.

Beatie, cuyo aspecto actual es el de un hombre embarazado de cinco meses, se sometió a una operación para eliminar sus pechos femeninos y a tratamiento de testosterona en su proceso de cambio de sexo, aunque conservó sus órganos reproductores.

Esta pareja formada hace más de diez años siempre quiso tener un bebé, pero la mujer de Beatie, Nancy, sufrió una endometriosis hace 20 años y por culpa de la enfermedad se le practicó una histerectomía que le impide tener hijos.

Una vez que alcanzaron una situación económica acomodada ambos tomaron la decisión de que Beatie fuese el encargado de gestar el bebé de ambos.

"Habían pasado ocho años desde mi última menstruación, pero mi cuerpo ya se regulaba a sí mismo y no tenía que tomar estrógenos ni progesterona, ni siquiera medicamentos para favorecer la fertilidad con el fin de ayudarme en el embarazo", aseguró Beatie.

El plan de este matrimonio se encontró entonces con la oposición de la comunidad médica, sus vecinos y familiares.

"Los doctores nos discriminaban por sus creencias religiosas, algunos se negaban a llamarme por mi nombre de varón y a reconocer a Nancy como mi mujer. Los recepcionistas se reían de nosotros y la familia y los amigos nos negaron su apoyo. Gran parte de la familia de Nancy no sabía que yo era transexual", explicó Beatie.

El primer médico endocrino que les atendió acabó rechazando el caso porque su equipo se sentía incómodo al tratar a "alguien como yo", en palabras de este futuro padre.

Después de un año en el que visitaron a otros nueve doctores y se gastaron varios miles de dólares, Thomas y Nancy consiguieron acceder a un banco de esperma para engendrar a su bebé.

Sin embargo, el primer intento no tuvo éxito y el óvulo fecundado se instaló fuera del útero, por lo que Beatie tuvo que pasar por quirófano y le extirparon una de sus trompas de falopio.

"Cuando mi hermano supo de la pérdida de feto dijo: es bueno que pasase. Quién sabe que tipo de monstruo habría sido".

La segunda tentativa tuvo más éxito y Beatie se encuentra embarazado y espera dar a luz a una niña alrededor del 3 de julio de este año.

"¿Cómo se siente uno hombre embarazado? Increíble. Estoy estable y seguro de mi mismo como el hombre que soy. Técnicamente me veo como un sucedáneo de mí mismo, aunque mi identidad sexual es de varón. Yo seré el padre, Nancy la madre y seremos una familia", afirmó Beatie, que le pregunta a la sociedad qué es ser "normal".


dimecres, 19 de març del 2008

¡JUGAD, JUGAD, MALDITOS!

Columnistas - LaRazón - 19/03/2008

¡Jugad, jugad, malditos!
Gabriel Albiac

Nada más humanitario que unos buenos Juegos Olímpicos. Lo supo Hitler. Lo sabe China, ahora. ¿Tíbet? ¿Qué es eso? Un conmovedor arranque de lirismo ha llevado al primer ministro chino, Wen Jibao, a entonar ante la prensa occidental esta preciosa proclama de humanismo olímpico: «El mundo va a quedar muy satisfecho con los Juegos Olímpicos de Pekín? Las sonrisas de los 1.300 millones de habitantes de China serán respondidas por las de gente de todo el mundo». Igual que a Zapatero, al señor Wan le encantan las sonrisas. Que unos cuantos cientos de tibetanos deban ser loncheados para que ese esplendor y esas sonrisas destellen, es un precio bien tenue a pagar, no nos engañemos. No hay cadáver tibetano que pese más que una pluma frente a la gracia majestuosa del atleta que pega su brinquito más atrevido. China es un inmenso presidio, a cuyos habitantes ninguna felicidad les es tolerada que no sea la de deslomarse a trabajar como esclavos del Estado, día tras día, sin más derecho que el de reventar sus vidas al servicio de la más noble de las causas: la que hace la apoteósica opulencia de ese crudo mandarinato en el cual hace ya muchas décadas que se mutó la jefatura del partido comunista chino.

Pero, sí, no dudemos de la palabra del dulce señor Wen: el mundo va a sonreír muchísimo viendo por sus televisores las humanísticas proezas de saltarines, corredores, habilísimos practicantes de juegos de habilidad y fuerza la mar de entretenidos. ¿Qué necesita el espectador occidental, tan bien alimentado él, tan tibiamente protegido en su familiar madriguera, atónito ante el prodigio de su televisor de plasma? No, desde luego, cuerpecillos tibetanos triturados por los tanques del muy popular ejército de China. Eso es desagradable y liga fatal con el buen gin-tonic de después de la cena. Ante su pantalla de plasma nuevecita, el espectador necesita lo de siempre: «panem et circenses». La pitanza se la pone él. El espectáculo se lo sirven, vía satélite, los camaradas chinos. ¡Gran invento, esto de las Olimpiadas!

¡Gran invento! No ha habido dictadura, en los últimos tres cuartos de siglo, que no haya sabido a la perfección eso. Y que no lo haya sabido utilizar sin remordimiento alguno. Y que no haya disfrutado de la complicidad de todas las plácidas democracias; porque un joven cuerpo que exhibe su potencia es agradable de ver, llegue desde donde llegue hasta mi pantalla; porque miseria y sangre quedan fuera del estadio, no manchan la estupenda pantalla de plasma ni la blanda cretona del sofá, no arruinan el gin-tonic de la sobremesa, son, en rigor, invisibles. Así lo supo Hitler en 1936. Así, los asesinos del PRI en el México de la matanza de Tlatelolco en 1968. Exactamente igual, los soviéticos, de carnicería, aquel olímpico año 1980, por Afganistán, sin más resistencia, ya se sabe, que la de los malvados imperialistas yanquis, que es que no se enteran de la raíz profunda que hermana a socialismos y fascismos con los fraternalmente humanitarios principios del benévolo olimpismo.

«Los Juegos son una reunión de pueblos de todo el mundo» -entona el lírico Wan Jibao-, «y en ellos se debe respetar el espíritu olímpico, no politizar los Juegos». ¡Jugad, jugad, malditos!

dilluns, 10 de març del 2008

POLITICA PARA DOS



Política para dos


Antonio Alvarez-Solís

Periodista

Decía Ortega y Gasset ante la incapacidad española para vivir en democracia que «lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa». España ha quedado atrapada e incapaz para la existencia democrática en dos transiciones castradas de progresismo tras dos honestos intentos republicanos por modernizar el Estado y la sociedad: la que se inició con el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto -era el 29 de diciembre de 1874- y la que aconteció tras la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975. No es retórico, ni mucho menos, conexionar estas dos estériles peripecias porque seguirán explicándonos a la vez y con suma claridad -claridad que tratan hoy de velar con el bloqueo y deformación de la memoria histórica- la desgraciada pervivencia del espíritu antidemocrático español ante cualquier posibilidad de abrir la ventana a la verdadera libertad política. Es conveniente, como quería Napoleón, «destapar alguna vez las tumbas para conversar con los muertos». Una vez establecida esa comunicación, resulta obligado recordar, a fin de escarbar en las raíces del presente, la definición que dio don Manuel Azaña de la criminal rebelión franquista en 1936: «Por muchos ropajes que aquella sublevación adoptase no dejaría de ser otra cosa que la alianza tradicional de curas y militares que luego acabarían creando un estado al que llamarían Reino, que se empeñó siempre en tenerse por un estado de derecho, cristiano y tradicional, no siendo más que una dictadura que negó siempre todos los derechos fundamentales». Afinemos: tras los curas y los militares han estado siempre unas fuerzas económicas que gobiernan sin urnas.

¿Dónde estamos, en definitiva? Pues en la vieja senda que abrió la Restauración canovista, con dos partidos que se turnan y que para mantener esta dinámica cierran el paso a fuerzas políticas que tratan de abrir el abanico de posibilidades de pensamiento y vida. Eso volvió a ocurrir ayer. Cada transición persiguió ese objetivo con verdadera tenacidad. La primera, la de Cánovas, enterró bajo toneladas de papeletas serviles la realidad del socialismo emergente en el siglo XIX, enturbió el nacionalismo periférico, persiguió con brutalidad al movimiento obrero y recargó de sangre el proceso independentista de Catalunya. Todo ello pudrió en cierne la posibilidad democrática y generó un clima de violencia que, tras la dictadura de Primo de Rivera, condujo al levantamiento que destruyó la II República. La segunda transición construyó un bipartidismo compuesto de socialismo apesebrado -ya podrido en sus alturas institucionales por la dictadura primorriverista- y derecha tradicional; bipartidismo que se encargó de criminalizar el pensamiento nacionalista, carcomer el sindicalismo estatal y reducir el horizonte democrático con el empleo de la violencia policial y la servidumbre de los tribunales. Ayer hubo nuevas elecciones tras excluir escandalosamente del marco constitucional a fuerzas democráticas que aspiran a la renovación política. El futuro, tras esa consulta, se encamina a un nuevo ciclo de violencias y rencores. A la llamada democracia española siempre la lastran dos temores: el temor a la presencia abierta de la calle y el temor a la descomposición del Estado como herramienta al servicio de unos intereses reducidos y excluyentes. Los socialistas fueron las víctimas más importantes de la Restauración; hoy son los victimarios de una democracia que rechaza integrar en el juego institucional a las fuerzas nacionalistas y a los movimientos sociales que luchan contra un sistema perversamente autocrático. Dos transiciones coronadas han llevado a esta situación en que la paz social fue imposible antes y está tornándose imposible ahora.

¿Análisis de las elecciones? Hagámoslo, quizá con una sola y necesaria pregunta: ¿por qué esa tendencia de los españoles a dejarse las alas en los cazamariposas?


2008 Martxoaren 10
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divendres, 7 de març del 2008

dijous, 6 de març del 2008

PERFECTES IDIOTES


Perfectes idiotes


JOAN OLLÉ

Al final del segon debat vaig decidir que sí, que aniria a votar. Immediatament, les diferents cadenes van connectar amb seus de partits i periodistes orgànics que no van tenir el més mínim rubor a assegurar, com il.luminats per algun déu menor, que el seu preferit havia superat el contrari en tots els terrenys. I el més curiós era que tots coincidien, com a éssers clonats, en els perquès, com si una llengua de foc hagués descendit fins a ells. O potser va ser un SMS en què els secretaris d'organització els havien escrit el que havien de dir i ells, com dòcils replicants, com perfectes idiotes, repetien l'evangeli de Ferraz o Génova.Se succeïen les intervencions com si diferents pèssims actors anessin recitant el mateix text. Cap dels membres dels dos clubs de fans van saber reconèixer cap mèrit, cap grandesa al contrincant; qualsevol matís de respecte per l'altre podia suposar una esquerda en la perfecció mono- lítica del propi, amb la conse- güent pèrdua de la veritat absoluta. Al cap de pocs minuts van aparèixer un parell d'enquestes que coincidien a donar un espectacular avantatge a un dels oradors, però tampoc això --la veritat estadística-- va fer variar gens ni mica el piular dels lloros, ara crescuts en la seva arrogància.Diumenge votaré i probablement m'alegraré si guanya el candidat que prefereixo, però tot seguit tornaré a maleir, a l'escoltar les seves paraules, tota aquesta inútil tropa de dropos que prosperen a l'ombra dels partits, pervertint des de la seva mesquinesa el que de bonic puguin tenir les seves intencions. I aquí sí que dic el que diu tanta gent: que tots són iguals, gairebé intercanviables.

dimecres, 5 de març del 2008

LA MALA EXCUSA DEL VOT ÚTIL


La mala excusa del vot útil


Josep Maria Terricabras


En els darrers mesos s'ha estès la impressió que l'abstenció o el vot en blanc seran més grans que mai a les eleccions de diumenge vinent. A més dels abstencionistes nats i dels indecisos habituals, aquesta vegada hi pot haver molts senyals de distància i de crítica estrictament polí- tics, volgudament militants. S'ha de respectar, és clar, la decisió de cadascú perquè votar és un dret, no una obligació. Ara bé, tot i compartir moltes crítiques i força des- encís, lamento que la reflexió polí- tica no es tradueixi en vots clars i precisos.Algú em dirà que, segons per qui voti, no sabré què li passarà al meu vot. Francament, això no ho sabré mai, voti per qui voti, com a mínim no en tindré cap garantia total. Els guanyadors, fins i tot els que tenen majories absolutes --i sobretot ells--, sempre fan després el que volen. Per això estaria bé que es controlés amb rigor el compliment de les promeses i de les expectatives electorals. Però, mentre això no passa --i no crec que acabi passant mai--, no em puc pas quedar a casa ni em puc mostrar indecís, perquè llavors jo mateix em faig irrellevant, inútil. El vot és la meva manera de dir cap on vull que es vagi. Al capdavall, el vot només és un instant en el meu compromís cívic, que té molts altres moments per a la protesta, la proposta i el debat. De fet, a l'urna, no solament diposito un vot de confiança a un partit, sinó que adquireixo, o renovo, un compromís amb mi mateix.Per això em resulta tan xocant que els partits m'invitin al "vot útil". ¿No és útil qualsevol vot? ¿De debò accepten els representants del poble que hi ha vots inútils? ¿Com pot ser que el meu vot sigui útil si amb ell faig més forta una formació que no m'agrada prou? ¿Es tracta potser d'un vot que resultarà sobretot útil a aquell que em vol ensarronar? Que cada partit s'espavili sol i tingui els vots que ha pogut merèixer per la feina de quatre anys. En política, allò que és realment útil és tenir un projecte i treballar-hi a favor, tant si després es guanya com si es perd. No em sembla recomanable un vot útil que distreu i confon.

dissabte, 1 de març del 2008

EJERCER LA LIBERTAD CUANDO NO HAY LIBERTAD


GARA > Idatzia > Txokotik

Ejercer la libertad cuando no hay libertad
Floren Aoiz
Escritor

Cuando uno se siente rodeado por una asfixiante falta de libertades saborea cada pequeña decisión que no pueden tomar por él. No puedes votar a quien quieres porque las leyes españolas te niegan esa opción, pero no pueden hacer que les votes. Ni a ellos, responsables de las ilegalizaciones, ni a los otros, que se frotan las manos a la espera del botín mientras aparentan oponerse a la Ley de Partidos. Intentan que actúes por miedo, que renuncies a tus ideas, que te sientas obligado a votar a unos para que no ganen los otros.

Los traficantes de votos te acechan para llevarte al huerto. Pero es el Huerto de los Olivos, y te llevan ahí para venderte por cuatro monedas. Pasado el día 9 nadie recordará las promesas que ahora te hacen. Si muerdes el anzuelo, te contarán en sus listas, de nada servirá que digas que no has podido votar a quien querías y has metido en la urna otra papeleta como mal menor. No hay lugar para los matices, se hacen con tu papeleta y pierdes el control. Todos los partidos que han engordado gracias al apartheid se apropian de los votos que sólo recibieron por una situación de excepción.

Cuando escucho los mensajes con los que quieren atrapar mi voto, me recuerdan el ruido de las emisoras mal sintonizadas: uno siente alivio cuando la radio se apaga. Cuando ya no funcionan sus cantos de sirena, se puede acariciar la libertad. No la libertad de hacer lo que uno quiere, pero sí por lo menos la de no hacer lo que no quieres hacer, y la libertad de dar valor a tu falta de libertad, y hacer que el silencio al que te quieren condenar se convierta en un grito que resonará a los cuatro vientos.

No hay voto útil que valga. Lo útil es no votar, que se note que hay gente que quiere ser libre y que es capaz de comenzar a serlo sin esperar que le den permiso. Los que más van contar van a ser los no-votos, esos van a ser los útiles, porque van a tener el mayor efecto político. Si se ha estado cerca de conseguir una solución a este maldito conflicto, ha sido gracias a la firmeza de miles de personas que votaron «nulo» en las últimas elecciones. Me gusta pensar que mi abstención servirá para que la próxima vez el desenlace sea otro.